Breve relato erótico 2

No veía nada, nada más entrar por la puerta, la cerró detrás de ella y vendo los ojos sus ojos.
-Gracias por ponerte el vestido que te regalé- le susurraba mientras le recorría el cuello a besos.
Inmediatamente con una mano sobre su cintura y otra agarrada de su palma, la guió hasta la habitación.-Espera aquí quita- dijo con un tono pícaro. Frente a la impaciencia que ella mostraba. -¿Para qué quie.....- No acabó la frase cuando sintió su presencia por la espalda y sin darse cuenta notaba como la rodeaba con algo, tapándole la boca. Era una mordaza transpirable, podía notar cómo tras amordazarla ya babeaba. Sentía como un brazo la rodeaba desde el costado, apretando su pecho hasta aferrarse con la mano a su cuello, mientras notaba como la otra levantaba despacio su vestido. Trataba de tragar saliva cómo podía, entonces las manos que la sujetaban de arriba a abajo se deslizaron a su espalda, bajando la cremallera de su vestido. El único sonido que se escuchó en ese preciso momento fue el del vestido golpeando el parqué de la habitación.
Él, con toda la delicadeza del mundo la agarró por ambas muñecas, posicionando las en cruz, a la altura de la cintura. Sintió el tacto de tela rodeando sus muñecas -Hubiera preferido más cuero pero... la noche es larga y podrías hacerte daño...más todavía- le susurró, terminando la frase con el sonido de la tela estirada que había hecho un nudo.
Repentinamente sintió como un azote entre los muslos, aunque a ella le pareció una dulce caricia que le dificultaba el mantener la saliva en la boca. Por acto reflejo tendió a inclinarse, fue entonces cuando notó una mano en su espalda que la empujaba, sintió el vértigo por un instante de caer contra el suelo, cuando su cabeza golpeó el colchón de la cama. En ese momento ella no podía resistir la tentación, en esa posición elevó las caderas suponiendo que él seguiría justo detrás y empezó a moverse, incitándole, tentándole, provocando. Conocía bien su carácter, sabía que eso le haría reaccionar aun a pesar de lo que tuviera planeado. De repente sintió sus finas manos sobre sus caderas, acariciando el borde de sus ligueros, sintiendo como los agarraba con cuidado y los iba quitando, o eso pensaba ella hasta que se los dejó por los muslos, sin despegar sus manos de ella, hizo lo mismo con el culotte de encaje negro que iba a juego con los ligueros negros y matices carmesí.
Cada vez se excitaba más, estar exhibida en esa postura, sin poder responder, sentía su dominación mermada, entonces decidió hacer lo mismo, contonear su cintura, provocando aun más ahora que estaba totalmente expuesta, pero cuando quiso levantar las caderas, algo la devolvió de rodillas, sentía su nalga en llamas, la excitaba, sentía como un rayo que recorría su cuerpo, sintió deseos de morderse los labios, ese instante en el que sus rodillas tocaron suelo, sus ojos casi tornaban en blanco y su ceño frunció, justo en ese instante en el que sintió sus muslos húmedos, aunque era pronto para escurrir tanto.
De nuevo sintió sus manos agarrándola por las nalgas y separándolas, a continuación notó algo húmedo no proveniente de ella, que cortaba el flujo que escurría. Notaba como su lengua recorría el camino que ella marcó, hasta sentir su respiración en los labios, con los ojos vendados y no podía resistir la idea de pensar que se estaría relamiendo a unos centímetros escasos de ella, la mataba la impaciencia...De golpe, sintió las manos más cerca de su entre pierna, en un segundo la abrió mostrando todo su interior y si que ella pudiera reaccionar, sintió como la punta de su lengua golpeó su clítoris y tras esto notó el resto de la lengua. Un lametón hasta la comisura inferior de sus labios, se separó y abriendo un poco más su coño, segregó saliva y escupió en su interior. Justo al hacerlo soltó sus labios, y mientras se levantaba le dio un azote marcado por su saliva que empezó a gotear.
Justo en ese momento ella empezó a sentir que le temblaban las piernas
El se separó de ella, escuchaba como buscaba algo en el armario, una bolsa o una mochila. El silenció dominó de nuevo, y empezó a sentir como una mano le acariciaba la nalga, la misma con la que la había azotado, podía notar sus dedos pegajosos. Unos dedos, los cuales iban trazando lineas hasta acercarse poco a poco hacia su coño. Notaba su índice y corazón andando hacia el triangulo de las bermudas. Empezó a sentir como sus dos dedos la penetraban despacio y se separaban inclinándose hacia abajo, querían rozar esa zona rugosa que tanto la pone, que hace que se estremezca, fue entonces cuando notó el anular abriéndose paso. Con los tres dentro y sin esperar, empezó a notar como se movían, como trataban de chocar con la palma. Empezó a agilizar el ritmo de sus dedos junto a su muñeca. Ella no podía pensar en otra cosa, su vista se empezaba a nublar, las piernas le temblaban, agradecía no llevar sujetador pues sentía los pezones duros clavarse en las sabanas.
Entonces notó una gota que chocaba en sus nalgas, sentía una chispa de calor, como un azote que no se marchaba y permanecía en su piel. Lo notó de nuevo, unas veces más, reconocía esa sensación, la sensación de la cera enfriándose sobre su piel, notaba como empezaban a caer algunas más por toda su cintura, sus nalgas y algunas gotas entre ellas... Sus ojos se tornaron blancos a la vez que sus piernas se erguían



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